Cuando la dulce noche


Cuando la dulce noche, como una dulce amante,
Avanza paso a paso, a la caída del día,
Avanza en el cielo, tierna, tímida y lenta,
Muy feliz de un loco amor

Cuando los mudos fuegos abandonan el clemente cielo,
Puntean en la noche, discretos, chispeantes,
Esparcen a lo lejos sus haces de artificio,
En los espacios puros y blancos

Cuando el cielo amoroso en el seno de las sombrías redes,
Todo caluroso de ese Sol que acaba de abrasarlo,
A la Tierra, para llenarlo de amor y de sombras
Se unen en un abrasador beso

Cuando se refleja como en un límpido lago,
La estrella del azul celeste, sobre el suelo transparente,
Brilla en el seno de la hierba una estrella tímida,
Esa estrella del gusano fulgurante

Cuando en las brisas de la tarde, la hoja temblorosa,
A ese tierno contacto ha cerrado su seno,
Y conserva durmiéndose la frescura olorosa
Que debe perfumar la mañana.

Cuando sobre el sombrío azul, como un triste fantasma,
El ciprés de ese campo donde termina el dolor,
Está allá, más triste y frío que un misterioso salmo
Que cae sobre un tono menor

Cuando inclinando su cabeza a los secretos quejidos
El tejo, como con grandes brazos agita sus ramas,
Y muy melancólico, en palabras mudas,
Charla bajo con las tumbas

Cuando en la cuna de Dios, sobre la durmiente rama,
El apacible y feliz pájaro encontró el sueño,
Cuando el hilo de la Virgen ha recuperado su tienda
Esperando algun Sol

Cuando la cruz desplegada en su forma incierta,
Sobre el camino del Cielo con sus dos brazos de dolores,
En la noche que la cerca en su humilde aliento
Está chorreante de lágrimas.

Cuando toda la naturaleza, y la estrella de la piedra,
Y el árbol del camino, la cruz de la encrucijada,
Se revisten de la sombra, del misterio,
Después de las fatigas del día.

Cuando todo nos habla de corazón, cuando la mujer temblorosa,
Tiene más de voluptuosidad que el Sol por el día,
¡Oh! ven, te diré todo eso que tengo en el alma,
Todo eso que tengo de tierno amor.


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